Qué es un motor de inyección directa

Antes de contestar a la pregunta sobre qué es un motor de inyección directa, conviene hacer un pequeño repaso histórico y técnico sobre la evolución de las mecánicas y el automóvil.

Hasta llegar al presente, donde la inyección directa en los motores de gasolina y gasoil está generalizada, el automóvil ha pasado por distintas etapas. Tras la sustitución del vapor por el petróleo, los vehículos evolucionaron a lo largo del siglo XX, cuando empezó a surgir la figura del carburador. Sin embargo, en los últimos 25 años estos dispositivos han sido reemplazados por los inyectores. ¿El motivo? Los coches consumen y contaminan menos, cumpliendo así los fabricantes con las normativas de emisiones.

Los inyectores, los sustitutos de los carburadores

Sin embargo, hay que remontarse a los años 50 del siglo pasado para encontrar el primer coche con un motor de inyección directa. Los «culpables» fueron las extintas marcas alemanas Gutbrod y Goliath. En el caso de esta última, utilizaba una tecnología del fabricante Bosch, que luego sería perfeccionada por Mercedes en su SL 300 (motor de gasolina). La repercusión del «alas de gaviota» por su particular forma de apertura de puertas aceleró el conocimiento por la tecnología que escondía bajo el capó.

Por su parte, Fiat tiene el honor de ser la primera marca que instaló la inyección directa en un coche con motor diésel. En la década de los 80 se popularizaron las mecánicas de gasoil. Sin embargo, en una primera etapa predominaron los esquemas de inyección indirecta, más económicos. Fue en 1987, cuando Fiat lanzó al mercado del Fiat Croma TDd.i, el primer diésel con inyección directa.

A pesar de ello, el éxito del modelo italiano fue efímero, siendo la marca Audi la que se llevo todo el reconocimiento dos años después. En 1989, llegó el Audi 100 TDI, el primer modelo de la casa fabricado bajo licencia Volkswagen, con todo lo que ello conlleva. Las siglas TDI (turbo de inyección directa) se clavaron en la mente del comprador de coches de la época, imantados por las campañas de publicidad de la compañía. Aunque no fue el primer coche diésel con inyección directa, sí que marcó el camino: en la década de los 90 desapareció la inyección indirecta en las mecánicas de gasoil.

Bien, pero, ¿qué es un motor de inyección directa? Como su propio nombre indica, es un sistema por el cual se inyecta directamente el combustible, gasolina o gasoil, en la cámara de combustión. La inyección atomiza el combustible a través de una boquilla pequeña a alta presión, eliminando los problemas de encendido en frío asociados a los carburadores y mejorando la eficiencia de la combustión.

Muy resumida, la técnica de un motor de inyección directa es la siguiente: el inyector introduce el combustible a alta presión en el cilindro. Lo hace tan finamente pulverizado, que se puede prender inmediatamente. Al ponerse en contacto con el aire del cilindro en un entorno de elevadas temperaturas, encienden la mezcla provocando la combustión, y por lo tanto, provocando un mayor rendimiento con un menor gasto de carburante.

Las ventajas de la inyección directa, por lo tanto, son el menor consumo y el funcionamiento del motor más estable, permitiendo un mejor arranque en frío o menos vibraciones al ralentí.

Por el contrario, se trata de una tecnología más cara de fabricar, ya que lleva acompañada la instalación de sistemas anticontaminantes más complejos y caros.

En la actualidad, la mayoría de los fabricantes se han decantado por las bonanzas de los motores de inyección directa. Salvo el híbrido más popular del mundo, el Toyota Prius, todos los coches con motores de combustión que hoy en día salen de fábrica equipan esta tecnología. Se puede comprobar a través de las siglas que muchos de ellos lucen en sus portones traseros. TDI, TSI, TDCi o HDi son las nomenclaturas comerciales con las que Volkswagen, Ford, Citroën o Peugeot indican que sus motores son de inyección directa.

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