Ventajas de practicar una conducción eficiente

Antes de enumerar las ventajas de practicar una conducción eficiente, es crucial conocer su definición y en qué contexto se produce.

La conducción eficiente es aquella que se rige por una serie de reglas sencillas y eficaces, que tratan de aprovechar las posibilidades que ofrecen los motores de los coches actuales para lograr un bajo consumo de carburante, disminuir el impacto medioambiental y mejorar la seguridad vial.

Junto a modelos de coches y tecnologías más eficientes, el estilo de conducción determina la cantidad de agentes contaminantes emitidos a la atmósfera. Las emisiones nocivas procedentes del automóvil son una de las causas de la deteriorada calidad del aire, especialmente en las ciudades. El transporte, a pesar del apogeo del coche electrificado, sigue mayoritariamente apostando por los combustibles fósiles, los cuales producen elevadas emisiones de dióxido de carbono (CO2).

En este contexto se entiende la importancia de una conducción eficiente. Porque, echando la vista atrás, la eficiencia ha sido la gran olvidada en materia de movilidad. En España, por ejemplo, el transporte quema más del 60% el petróleo que se consume, según datos de la DGT. Estas cifras hacen replantearse la utilización del coche (o de cualquier vehículo a motor) de una manera más eficaz e inteligente.

Una conducción inteligente en beneficio del propio coche y del planeta

Una vez entendido el origen y el concepto de conducción eficiente, toca detallar sus ventajas.

El primer beneficio de practicar una conducción eficiente está relacionado con el ahorro económico. Diversos estudios han demostrado que con este estilo se puede ahorrar entre un 10 y un 15 por ciento en combustible. Para conseguirlo hay que tener especial cuidado al arrancar el coche o al utilizar el acelerador y el freno, siendo capaces de anticiparnos a las situaciones del tráfico. Mantener una velocidad adecuada y constante hacen «trabajar» menos al motor y disminuir el gasto de carburante.

Además de alargar las paradas entre repostajes, otra de las ventajas de practicar una conducción eficiente reside en el ahorro en costes de mantenimiento. Se genera un menor desgaste en todas las piezas del vehículo, frenos, embrague, caja de cambio, motor o neumáticos. Al estar sometidos a un esfuerzo menor, se alarga su vida útil y se reduce el riesgo de tener averías graves.

Con una conducción eficiente, se reduce la contaminación urbana, beneficiando a la calidad del aire respirado. También se contribuye a mejorar los problemas de calentamiento global de la atmósfera. Y además, se reduce la emisión de gases vinculados a enfermedades respiratorias o coronarias. En definitiva, practicar este estilo de conducción beneficia a todos.

Más confort y seguridad: los beneficios de una conducción eficiente

Para conducir de manera eficiente hay que evitar frenazos bruscos y aceleraciones intensas, así como realizar el cambio de marchas de manera adecuada. Son trucos que aseguran un mayor confort de marcha, especialmente importante en viajes largos. Una conducción eficiente es sinónimo de tranquilidad al volante, evitando estados de estrés producidos por el tráfico. Huir de estas situaciones implica una reducción en el riesgo y la gravedad de los accidentes de circulación, ya que es más fácil anticiparse a ellos.

En definitiva, la conducción eficiente es una aliada de la seguridad vial, al lograr:

  • Mantener un buena distancia de seguridad para disponer de tiempo de reacción suficiente
  • Reducir la velocidad punta que se puede alcanzar en un determinado recorrido para conseguir una velocidad media constante
  • Conducir anticipando y previniendo lo que puede suceder

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