La Albufera de Valencia: qué hacer y qué ver

El Parque Natural de la Albufera es una visita obligada para todos aquellos que se acerquen a Valencia. Se trata de una laguna separada del mar por una estrecha barrera litoral de dunas y bosques que, junto a su rica fauna y flora, confecciona un paisaje espectacular. A este entorno se unen un clima fabuloso del que se puede disfrutar casi cualquier día del año y una gastronomía inmejorable. A continuación te contamos qué hacer y qué ver en La Albufera de Valencia.

Situada a 10 kilómetros al sur de Valencia ciudad, el recorrido por La Albufera comienza en su extremo norte, en una de las playas más famosas de toda la Comunidad Valenciana: el Saler. Y se extiende en dirección sur por la costa hasta llegar al Faro de Cullera. Tiene una extensión de 23,94 kilómetros cuadrados, está rodeada de 223 km² de arrozales y su profundidad media es de un metro.

Nombrado Parque Natural en 1986, qué hacer y qué ver en La Albufera de Valencia depende mucho del tipo de viaje que se haga (en pareja, familia y con o sin niños) y del tiempo disponible. En un día, apurando bien la jornada, se puede conocer la zona, o por lo menos, acercarse a los lugares y aspectos más importantes del cordón litoral y su entorno húmedo.

Decir que La Albufera comprende 13 municipios, divididos en cuatro comarcas: Valencia, Huerta Sur, Ribera Alta y Ribera Baja.

Una ruta a pie para conocer el valor ecológico de la Albufera de Valencia

El Parque Natural de la Albufera cuenta con rutas a pie para todos los gustos (más enfocadas a la naturaleza o a la historia) y de distinta extensión. Una caminata por alguno de estos itinerarios (más información) permite conocer más a fondo una de las pocas albuferas que se conservan en la Comunidad Valenciana. Y, hacerse una idea de su valor ecológico.

Entre las 90 especies reproductoras habituales y 240 que se encuentran de paso, algunas están en peligro de extinción, como el fartet o elsamaruc. Además, el visitante puede toparse con el pato colorado, la garza, la cigüeña, el somormujo o el calamón común. 

Referente a la flora, La Albufera contiene dunas litorales, saladores, zonas de cañas y bosques mediterráneos que se caracterizan por el pino carrasco, lentisco, enebro, coscoja, mirto, aliaga, tomillo, romero o palmito.

Un paseo en barca por la Albufera

Uno de los encantos que tiene La Albufera es poder recorrer sus tranquilas aguas subido a una embarcación tradicional, conocidas como «albuferencs». Estas barcas, a motor y empujadas por perchas en las zonas de aguas bajas, están patronadas por guías locales que amenizan el recorrido con la historia e «historias» de una zona mágica de la Comunidad Valenciana. La oportunidad perfecta para poder contemplar una puesta de sol sin igual y de un paisaje único.

Estas embarcaciones pueden tomarse en los principales embarcaderos municipales:

  • Puerto de El Saler
  • Embarcadero de la Gola del Puyol
  • El Palmar
  • Puerto Catarroja

El mejor lugar para admirar el atardecer en La Albufera es la Gola del Pujol.

Aprovecha antes o después del paseo en barca para conocer la construcción típica de los pescadores de la Albufera, la barraca. Fabricadas con cañas, barro y paja, quedan pocas en pie, casi todas en El Palmar, donde el turista puede degustar alguno de los mejores arroces que se hacen en todo el mundo: la paella valenciana, en su esplendor.

La mejor época para visitar La Albufera

Si se visita La Albufera en verano, otro plan alternativo es darse un chapuzón en alguna de sus paradisiacas playas. La más próxima a la ciudad de Valencia, y con una gran cantidad y calidad de servicios, es la del Saler. Junto a la playa de Pinedo y la playa de la Devesa, conforma una línea de playa que parece no tener fin.

Las playas más apartadas y salvajes, y las que más gustarán a los más aventureros, la de la Garrofera y la del Casal d’Esplai. A esta última, más solitaria, solo se puede acceder a pie o en bici.

Todas las épocas del año son buenas para visitar La Albufera, aunque es importante saber que el color de sus campos de arroces y su configuración cambian notablemente. En primavera, por ejemplo, los arrozales se cubren de agua, triplicando la superficie de la laguna. En junio, julio y agosto, el verde intenso es el predominante, ofreciendo un espectáculo de color para la vista. A partir de septiembre, el amarillo asoma, y desde octubre a febrero, es temporada de pesca, siendo una buena época para ver de primera mano el trabajo de los pescadores.

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