Coche automático o manual

Todo conductor novel que se precie ha tenido sus más y sus menos con la palanca del cambio de marchas. Principiantes en esas lides, deben estar atentos a distintos elementos del coche (volante, pedales, intermitentes, etc), al entorno (vigilando los retrovisores) o al control de las emociones (salir a carretera, superar ciertas velocidades, etc). Con la experiencia y el paso de los kilómetros, conductores y conductoras naturalizan el uso de cambiar de marchas. Sin embargo, la disyuntiva se mantiene: coche automático o manual.

Como en otras decisiones de compra ligadas al automóvil, los gustos y las necesidades de cada uno mandan en la elección de un coche automático o manual. Europa, y en mayor medida España, ha sido un mercado de coche manual, mientras que en Estados Unidos arrasa el automático.

Sin embargo, la balanza se está equilibrando en los últimos años. Fundamentalmente, por dos aspectos:

  • Las marcas generalistas están incluyendo versiones automáticas a precios más competitivos, en un segmento copado por las marcas «premium» hasta hace pocos años.
  • Los coches híbridos y eléctricos van creciendo en cuota de mercado, y estos siempre van asociados a una caja de transmisión automática. De hecho, si el futuro es eléctrico, los motores de gasolina y gasoil desaparecerán, y con ellos, los cambios manuales.

Ahora bien, cuáles son las ventajas y los inconvenientes de uno y otro.

Empezamos por el coche manual. Estas cajas de cinco, seis o hasta siete velocidades (sí, Porsche la tiene), según el modelo, son más baratas. Su coste de fabricación es de entre 1.500 y 2.000 euros más bajo que las automáticas, lo que se convierte en un factor decisivo para aquel cliente que esté buscando el mejor precio.

El comportamiento es más «natural», y no tan artificial como en los cambios automáticos. Una vez que el conductor tenga el tacto del pedal del embrague y los recorridos del pomo del cambio asimilados, el coche manual se comporta de la manera exacta que demanda la persona que va al volante.

Ligados a este punto, está el factor emocional: conducir es cambiar de marchas, dicen los más viejos del lugar. Y no solo estos, también los amantes de los buenos coches deportivos. La sinergia entre el humano y la máquina pasan por la actuación directa del conductor sobre los engranajes de la caja de cambios.

En cuanto los inconvenientes del coche manual, hay uno que destaca por encima del resto: el cansancio por su excesiva utilización. Cualquier lector que use a menudo su vehículo por ciudad o que sufra los atascos para ir al trabajo, sabrá de lo que se habla. La acción reiterativa de bajar o subir de marchas, junto al pisado del pedal del embrague, se convierte en un engorro y una pérdida de confort.

Por último, los coches manuales corren el riesgo de sufrir averías por el mal uso del cambio, sufriendo en especial una pieza como el embrague.

Por su parte, el coche automático ofrece puntos fuertes y también negativos que te contamos a continuación:

Indiscutiblemente, son más cómodos. No hay discusión en lo que respecta a su funcionamiento en el día a día. La ausencia del pedal del embrague y de la palanca para meter la marcha hacen más placentero cualquier trayecto.

Cada vez son mejores. Las cajas automáticas han dado un salto cualitativo en lo que a sofisticación se refiere. Transmisiones de doble embrague (habituales en el Grupo Volkswagen) o convertidores de par modernos hacen que el coche reaccione con más naturalidad a las demandas del conductor. Un cambio automático en la actualidad elimina casi por completo los tirones o los «vacíos» de potencia que eran habituales hace no muchos años.

Además, una buena parte de los modelos automáticos cuentan con un programa de uso manual, esto es, un control del cambio de marchas mediante levas tras el volante o con una pequeña palanca en la zona de la consola central. De esta manera, el conductor más clásico podrá también divertirse con su coche automático.

Por el contrario, y aunque la tecnología avanza, los coches automáticos presentan los siguientes inconvenientes:

  • Además del precio, su mantenimiento también es más caro. Tienen más piezas, y electrónica, que hacen que el paso por el taller, ya sea por revisión o avería, sea más costoso.
  • Mayor consumo, aunque cada vez a menor distancia de los manuales. Como se comentaba anteriormente, los coches automáticos han evolucionado tanto que hasta son capaces de ser más eficientes que nosotros. Sin embargo, siguen consumiendo unas décimas más de combustible que los modelos equivalentes con cambio manual.
  • Sensaciones más artificiales al volante. El tacto de un coche automático viene más filtrado y los conductores, sobre todo los más puristas, lo notarán y no lo verán con buenos ojos, sobre todo si realizan una conducción más viva.

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