Control de velocidad crucero

La industria del automóvil ha experimentado en los últimos años un paso adelante en materia de tecnologías a bordo. Especialmente en el campo de la seguridad activa, muchos equipamientos se reúnen en torno al conductor para que, en caso necesario, impedir un accidente inminente. Son los llamados ADAS (de sus siglas en inglés, Advanced Driver Assitance Systems), un conjunto de sistemas que garantizan un aumento del nivel de seguridad en la conducción. Entre todos ellos, destaca el control de velocidad crucero.

El control de velocidad crucero tiene como principal cometido mantener una velocidad prefijada por el conductor, sin necesidad de seguir acelerando. Se trata de un equipamiento que aporta un extra en comodidad, reduciendo la fatiga del conductor en trayectos largos. Además, es un aliado para evitar multas por excesos de velocidad, manteniendo la aguja del velocímetro por debajo de los límites de la vía.

El control de velocidad no es un elemento nuevo en el automóvil. En la década de los 50 y 60 se implantaron en algunos modelos de lujo norteamericanos, mientras que en Europa su desembarco llegó en los años 80 de la mano de las marcas «premium» alemanas. Desde entonces, su evolución ha sido meteórica y el cliente puede encontrárselo en cualquier modelo del mercado.

Con distintas tecnologías, en lo fundamental los hay de tres tipos:

  • Crucero normal: mantiene la velocidad seleccionada previamente
  • Adaptativo: fija la velocidad y la adapta manteniendo una distancia constante al vehículo precedente.
  • Inteligente: adapta la velocidad seleccionada en función de las señales de tráfico

El tradicional control de velocidad crucero tiene un funcionamiento muy sencillo. Se trata de un sistema basado en un sensor que detecta la velocidad del vehículo precedente y toma el control del acelerador de nuestro coche, manteniendo la velocidad que el conductor ha programado previamente.

Al frenar, el control se desativa

Para evitar situaciones peligrosas, este equipamiento deja de funcionar en cuanto el conductor frena o pisa el pedal del embrague. Si por el contrario, el conductor acelera, el sistema se mantiene en pausa, recuperando la velocidad prefijada en cuanto se suelta el acelerador.

Por su parte, el control de crucero adaptativo añade una tecnología basada en un radar de proximidad. Gracias a este, el coche detecta la presencia de los vehículos que nos preceden, regulando la velocidad en función de la distancia de seguridad. De esta manera, el coche desacelera o frena automáticamente, actuando como un «Ángel de la guarda» del conductor. Este equipamiento solo está disponible en coches con cambio automático.

Por último, el control de crucero inteligente reconoce las señales de tráfico y, aunque hayamos seleccionado 120 kilómetros por hora de velocidad, la baja a 90 km/h al detectar esta limitación en la carretera.

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