Qué es y para qué sirve el filtro de partículas en un diésel

A medida que las leyes internacionales sobre la calidad del aire se han ido endureciendo, los coches -especialmente los diésel- han tenido que incorporar diferentes tecnologías para cumplir con la legislación vigente. En los últimos años, en concreto desde 2011 con la entrada en vigor de la normativa Euro 5, se obligó a los fabricantes a la instalación de nuestro protagonista de hoy. Te contamos qué es y para qué sirve el filtro de partículas en un coche diésel.

El origen del filtro de partículas está en las nocivas partículas desprendidas por un motor diésel. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga estos fragmentos de cancerígenos. La realidad de estas mecánicas es que en recorridos cortos y a bajas velocidades (trayectos urbanos) es peligrosa no sola para la salud de las personas, también compromete la limpieza del aire en las grandes ciudades.

¿Qué es el filtro de partículas?

El filtro de partículas es un dispositivo instalado en el sistema de escape y siempre después del turbocompresor que sirve para incinerar las partículas que generan los motores diésel, especialmente cuando trabajan en frío. 

También conocido como DPF (por siglas en inglés, «Diesel Particle Filter»), se monta en los motores que cumplen con las normas anticontaminantes Euro 5 y Euro 6. La mayoría de coches diésel anteriores a 2011 no lo llevan. Desde entonces, su instalación es obligatoria, ante la imposibilidad técnica de reducir el tamaño de las partículas en el proceso de combustión.

¿Cómo funciona el filtro de partículas en un coche diésel?

El filtro de partículas actúa como una obstrucción en el tubo de escape, de este modo, mediante diferentes ciclos de regeneración, un aumento forzado de la temperatura de los gases de escape permite incinerar todas las partículas atrapadas.

¿Tiene alguna contraindicación?

El coche realiza esa regeneración del filtro de partículas automáticamente cada 1.000 kilómetros aproximadamente, y tarda entre dos y tres minutos. Durante ese proceso, es posible que escuches desde el interior un ligero ruido o un cierto olor a podrido por el tubo de escape. Es muy importante que durante la regeneración no pares el coche o, si no, el filtro no se habrá limpiado del todo.

El problema es que las regeneraciones son un proceso que necesita de condiciones ideales para su correcto funcionamiento. El proceso necesita de una alta temperatura en los gases de escape, régimen de motor sostenido y un periodo de tiempo superior a unos simples minutos. No en todos los trayectos, por lo tanto, se cumplen estas premisas, pudiendo llegar las averías.

Una de las averías más caras en un coche diésel

Su complejidad lo convierte en un quebradero de cabeza para muchos conductores y usuarios. El problema viene cuando este proceso de regeneración se interrumpe. El filtro se obstruye, no dejando que pasen los gases del escape, y se enciende una luz de avería en el cuadro de instrumentos y es posible que el motor falle. Repararlo no es barato. Puede tratarse de unas de las averías mecánicas más caras en un coche diésel: unos 1.200 euros.

Un filtro de partículas obstruido evita que los gases de escape fluyan a la velocidad requerida. Como resultado, la contrapresión y la temperatura de los gases de escape aumentan dentro de la carcasa de la turbina.

El incremento de la temperatura de los gases y de la contrapresión puede afectar al turbo de diversas maneras: problemas de eficiencias, fugas de aceite, carbonización del aceite dentro del turbo y fugas de los gases de escape desde el turbo.

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