Cómo se blinda un coche

Al igual que los deportivos, los coches blindados con caros y exclusivos. Normalmente, estas carrocerías corresponden a coches de alta gama y con mecánicas muy potentes. El proceso de blindaje puede hacerse a varios niveles, pero siempre con el objetivo de conseguir un vehículo más seguro. Ya sea de fábrica o en una adaptación posterior, así es cómo se blinda un coche.

Desde que en 1928 Mercedes lanzase al mercado el primer coche blindado de la historia, el Model Nürburg 460, ha pasado casi un siglo y la oferta de este tipo de vehículo no ha parado de crecer.

Las marcas de lujo tienen sus propios modelos blindados

Por un lado, hay multitud de empresas que se han especializado en el blindaje de coches. Y por otro, los propios fabricantes, sobre todo los de lujo, han desarrollado sus propias líneas de producción. Mercedes-Maybach cuenta con la gama S-Guard, BMW y Audi con la Security, Jaguar-Land Rover con los modelos Sentinel y Volkswagen con los Protect.

Por lo general, los blindajes para estos modelos se han diseñado y fabricado específicamente para ellos, e incluso el propio desarrollo del coche contempla que pueda existir una versión blindada dejando espacios para las protecciones. Además, otra característica fundamental es no llamar la atención, de tal manera que estos vehículos de alta gama sean prácticamente iguales que sus versiones estándar.

Pero, ¿cómo se blinda un coche? Aunque como norma general se admite cualquier vehículo, en la práctica las posibilidades son más limitadas. ¿El motivo? El peso de la estructura original. Las protecciones y los dispositivos de seguridad añadidos en el blindaje suponen entre 200 y 1.000 kilogramos más al conjunto. Además, el coche necesita de la potencia necesaria para moverse con soltura, más si cabe en una situación de riesgo. También se incluyen refuerzos en el chasis, motivando revisiones en las suspensiones y en los frenos.

Qué partes del coche se blindan

Si se blinda un coche, hay tres partes fundamentales en las que trabajar: los cristales, los neumáticos y la carrocería.

Los cristales de un coche blindado son sustituidos por vidrios de seguridad compuestos por varias capas de policarbonato, cuyo espesor oscila entre los 20 y 35 milímetros. Son capaces de absorber repetidos impactos de bala, sin producir esquirlas que puedan lesionar a los ocupantes. Además, suelen estar tintados.

Los neumáticos de un coche blindado pasan por emplear los cada vez más populares Run Flat. Se trata de un tipo de rueda que puede circular sin aire (hasta 150 kilómetros y a una velocidad máxima de 80 km/h). Además, se puede introducir un refuerzo o aro alrededor de la parte interna de la llanta para que ruede sobre el mismo si fuese necesario.

La carrocería de un coche se blinda a través de placas de varios grosores construidas con aleaciones de acero y aluminio, u otro tipo de materiales antibalas. Se aplican en las puertas, mientras que en los bajos, pilares y techo son protecciones de aramida o kevlar, más ligeras y flexibles.

Además, en los casos más extremos, un coche blindado incluye un depósito de combustible a prueba de fugas y capaz de sellarse automáticamente. Alarmas acústicas y luminosas y un sistema de megafonía también están en el repertorio. Y en los blindajes más caros se configura un habitáculo estanco con un aporte de oxígeno autónomo, así como un equipo de extinción de incendios y un sistema de escape antisabojate.

Niveles de seguridad en los coches blindados

En función de estos equipamientos y el tipo de materiales usados, la normativa European Standard EN 1063 establece siete niveles de blindaje. Siendo el 1 el más ligero y el 7 el más seguro, se evalúa la resistencia balística del coche blindado.

Entre el nivel 1 y 3, se consideran blindajes más suaves que pueden soportarlos coches pequeños o medianos con poca o ninguna modificación de su estructura. A partir de la resistencia 4 y hasta la 7, son coches más potentes y grandes, capaces de admitir un blindaje de calibre superior. Son coches destinados a proteger a personas en riesgo de sufrir graves atentados, como cargos políticos o altos directivos.

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