Causas de accidentes de tráfico

Las distracciones al volante y los excesos de velocidad son las principales causas de accidentes de tráfico. De hecho, es frecuente que ambas circunstancias estén relacionadas en un mismo siniestro, con un fatal desenlace. Desviar la vista de la carretera unos segundos a una velocidad imprudente tiene graves consecuencias.

También hay otros factores relacionados con los accidentes de tráfico. Por ejemplo, la ingesta de alcohol y drogas; una climatología adversa; el mal estado de la carretera; un problema mecánico en el coche; o la fatiga al volante.

  1. Distracciones en la conducción: directamente relacionada con el uso del teléfono móvil mientras conducimos, estar pendiente de estas tecnologías está cada vez más vinculado a los accidentes de tráfico. Los conductores pecan de exceso de confianza y es fácil perder el control del vehículo ante una situación de emergencia. La Dirección General de Tráfico (DGT) lo tiene claro y penaliza esta infracción con multas de 200 euros y la pérdida de cuatro puntos del carné.
  2. Velocidades imprudentes: creerse Fernando Alonso en carretera abierta tiene sus consecuencias. Las que afectan al bolsillo, pero también las que provocan buena parte de los accidentes fatales. Los límites de velocidad están para cumplirse. A una velocidad superior a la indicada en la vía, el conductor puede perder el control sobre el coche en caso de una intervención de emergencia, por ejemplo, una frenada para evitar una colisión. Además, los impactos con otros vehículos o infraestructuras (ya no hablemos de peatones) multiplican su fuerza al aumentar la velocidad.
  3. La ingesta de alcohol y drogas: a pesar de la cantidad de campañas de sensibilización sobre el riesgo de conducir bajos los efectos del alcohol y las drogas, una buena parte de los accidentes de tráfico mortales están vinculados con este factor. Ya sea por temeridad o por un exceso de confianza, la persona que se pone al volante bajo los efectos de estas sustancias -por bajas que sean las cantidades- es un riesgo potencial en carretera para él y el resto de conductores.
  4. Una climatología adversa: ante situaciones de lluvia fuerte, nevada o hielo en la calzada, la recomendación es evitar el uso del vehículo. Sin embargo, si el desplazamiento es impepinable o la «tempestad» te coge en mitad del trayecto, aminora y adapta la velocidad a las circunstancias. No hacerlo se convierte en un serio peligro. Por ejemplo, con mucha lluvia, se generan grandes charcos en la carretera que aumentan el riesgo de sufrir «aquaplaning» y perder el control del coche.
  5. El mal estado de las carreteras: la red vial española es una de las mejores de Europa. Sin embargo, existen zonas mal conservadas o carreteras donde ocurren habitualmente accidentes -los llamados «tramos negros»– que concentran buena parte de los accidentes de tráfico.
  6. Problemas mecánicos, principalmente relacionados con los neumáticos y, en menor medida, con los frenos. En el primer caso, hay que ser consciente que es el único elemento del coche en contacto directo con el asfalto. Mucho cuidado con su mal mantenimiento, o con no revisarlos antes de salir de viaje. Sobre los frenos, su pérdida de respuesta suele ser progresiva, y eso nos da más margen, pero tampoco conviene confiarse en exceso.
  7. La fatiga al volante: es importante hacer paradas cada 200 kilómetros o cada dos horas cuando realizamos trayectos largos. Aunque nos creamos conductores experimentados o conozcamos la ruta que estamos realizando, hacer una breve parada de 15 o 20 minutos para estirar las piernas y despejarse ayudan a combatir la somnolencia y a mantener la concentración en la carretera.

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